Deconstrucción de Arquetipos
Entender una película clásica de terror es, en teoría, sencillo. No cuesta mucho para una persona común y corriente en descifrar la trama de aquello que plaga a los personajes. El espíritu tomará una forma espiritual y poseerá a la niña más inocente. El monstruo que ha sido repudiado por la sociedad previamente y usado como experimento se saldrá de control. Los adolescentes serán eliminados uno por uno dejando viva exclusivamente a la virgen del grupo, todo mientras son perseguidos por un asesino usando tomas ya conocidas y herramientas cinematográficas desgastadas. El silencio, poco a poco, va dando lugar a la demencia de notas estridentes mientras los personajes esperan en anticipación y la audiencia se aburre.
Sin embargo, esto ocurre sólo con la mayor parte de las películas de terror que se exhiben durante el año. Los clásicos, aquellas películas que son consideradas “los gigantes del cine”, de alguna forma u otra escapan a esta crítica, incluso si de vez en cuando comparte alguno de estos elementos. No es coincidencia que La Casa de Cera (2005) sea considerada un desastre visual, mientras que su versión original de 1953 tenga cierto renombre asociado con ella.
El problema yace evidentemente en un número de factores: la actuación, la técnica y el fondo. Obviamente conseguir actores decentes y usar a un director competente es lo principal en muchos casos. Pero la técnica no proviene de sí misma. No es un talento que simplemente nace espontáneamente. Es una acción que está alimentada por el fondo de la película. Por esto, si las audiencias quieren reconocer una película de terror a leguas, deben participar en la deconstrucción de los arquetipos.
El terror de cada época varía, y eso no es coincidencia. Los personajes y monstruos, los arquetipos, no son simplemente piezas de un ensamblaje generado en la máquina de Hollywood. Incluso si en cierta manera esto es verdad, el éxito de estas obras proviene del hecho que son películas genuinas: Ficción con un ancla plantada firmemente en la realidad. Una película que intente adaptar la historia de King Kong (1933) como una simple historia de monstruos impresionantes generados mediante efectos especiales no va a entender la ansiedad americana colectiva con respecto a culturas extranjeras invadiendo el continente. Si se intenta continuar la serie de Terminator (1984), se debe plasmar con la firme idea de las pesadillas que tuvo el director sobre titanes de acero cubiertos en llamas antes de empezar a escribir la historia. Aquél que entiende del miedo existencial de ser afroamericano en una sociedad que supuestamente ha eliminado el racismo, sólo para descubrir que no es así, puede crear una obra de arte moderna como ¡Huye! (2017), pero probablemente no comprenda la fascinación con amenazas nucleares convertidas en alienígenas destructores de los años 50.
Las películas proveen siempre una cápsula del tiempo en más de un sentido. No sólo nos muestra las modas de las personas y su forma de hablar, sino que también nos muestran los temas importantes para cada década. Se convierten en una especie de clase de filosofía objetiva en todo sentido: libre de dogmatismo una vez que se observa con los ojos del presente.
Imbroglio: Desatando el nudo
Sentir ansiedad no es cosa extraña para muchas personas: las palpitaciones en el pecho, el frenesí de sensaciones y una corta respiración que parece anunciarnos que el fin se acerca. Muchas veces culpamos a nuestro entorno por haber creado los fantasmas que nos acechan. Puede que esta vez el espíritu tome la forma del terrorismo, o de algún desastre natural que no podamos impedir. La verdad sea dicha, la ansiedad es tan intangible porque siempre representa aprehensiones que nunca serán controladas ni fijadas del todo en la realidad. No podemos culpar al entorno perennemente. Es nuestro deber buscar en nuestra psique, ya sea por nuestra cuenta o con ayuda de un profesional, y entender aquello que hace a nuestros cerebros funcionar.
Existe un término en el lenguaje italiano conocido como imbroglio, que se refiere a situaciones que son irresolubles o altamente complicadas. Cuando sentimos ansiedad, podemos catalogar eso de una forma similar. Buscar una solución inmediata parece inconcebible, y por breves instantes nos convertimos en los protagonistas de nuestra propia historia de terror. Si nos guiamos por aquellas historias que no han sido generadas de forma genuina, que han sido hechas como parte de una línea de productos diseñados para tener ganancia monetaria exclusivamente, nunca encontraremos respuestas a nuestros problemas. Sabremos cada paso del viaje, y probablemente tengamos un final oscuro, cruento, y lleno de decepción.
A pesar de todo, este no debe ser nuestro destino necesariamente. Películas clásicas del género oscuro del terror, como El Exorcista (1979) o Alien (1983), nos hablan de personas similares a nosotros. Personas que parecen ser normales en principio, una más del montón, que son acosadas por alguna criatura que no parece ser de este mundo. No son simplemente avatares del miedo a morir. Son esencias de ansiedades representando ideas reprimidas por generaciones de complacencia e ignorancia. Sexualidad, salud mental, invasión de privacidad, locura y paranoia son las varias sensaciones que uno podría describir al ver estas películas.
El protagonista de una película de terror, independientemente de su género, debe ser entonces un avatar para nosotros. Debe ser una persona que sea común y corriente, para ayudarnos a entenderlo. Su oponente no puede ser vencido por métodos convencionales, pues entonces cualquiera podría tomar la tarea de vencerlo. Su entorno debe reforzar el asedio del monstruo, haciéndolo lucir no simplemente como un antagonista, sino como una verdadera fuerza de la naturaleza. Finalmente, la derrota del enemigo o del protagonista no debe depender del físico o las circunstancias, sino de la habilidad de permitir que la ansiedad invada temporalmente la mente y tener la voluntad de repudiarla por lo que es: una mera ilusión, una falla temporal que nunca se materializará.
Si el terror en el cine se sigue manteniendo de forma genuina, las audiencias probablemente tendrán por lo menos una pequeña guía de cómo enfrentarse a ese dragón mítico de nuestros sueños llamado ansiedad.