Los dos grandes arquitectos representantes del estilo barroco fueron Gianlorenzo Bernini y Francesco Borromini, dos personajes contemporáneos entre sí que trabajaron codo a codo al inicio de sus carreras y que, además, fueron rivales.
A pesar de haber trabajado ambos con el arquitecto italiano Carlo Maderno, cada uno desarrolló un estilo particular. Bernini, quien destacaba por su talento escultórico, sentía un gran respeto y admiración por el estilo clásico, a tal punto que, su estilo se caracterizó por una aplicación barroca de elementos clásicos, es decir, utilizaba columnas, vanos, frontones, entre otros de manera repetitiva en espacios determinados para enfatizarlos y lograr una exaltación de la temática barroca. Borromini, por otro lado, realizaba estudios geométricos para hacer fluir el espacio mediante la yuxtaposición de diferentes figuras que brindaran importancia a cada uno de ellos, sin robar la jerarquía de un espacio principal.
Fig. 1. Francesco Borromini: San Carlo alle Quattro Fontane. Planta
Al observar las obras San Carlo alle Quattro Fontane y San Andrea al Quirinale de Borromini y Bernini, respectivamente, podemos encontrar puntos de confluencia, como la figura de base oval en planta, que brinda dos puntos focales, característica del barroco; también hay una ligera superposición de envolventes cóncavas y convexas. Sus puntos de encuentro son los que las caracterizan de obras barrocas: la geometría aplicada en la concepción del espacio; la unificación de diferentes subespacios importantes que no dejan de tener una relación para enfatizar un espacio principal –donde va ubicada la cúpula–; la evocación de un dramatismo dinámico que, hace de la experiencia de recorrer estas obras un evento de exaltación religiosa, con diferentes momentos desde la aproximación hasta el remate. Por ello, son comparadas con la noción de teatro, pues sus fachadas se muestran como la entrada a un vestíbulo para luego mostrarte el escenario.
Fig. 2. Francesco Borromini: San Carlo alle Quattro Fontane
Aún con estas relaciones, cada obra muestra sus particularidades, tal como sus arquitectos. En la entrada, por ejemplo, Bernini coloca unas escaleras de borde convexo ante una envolvente cóncava, mientras que la aplicación de Borromini de la concavidad y convexidad es más sutil, y es en la parte principal de la fachada. El análisis geométrico de Borromini es más profundo, aplica una anamorfosis de figuras usadas previamente en otras plantas y una superposición de formas que ofrecen un espacio particular en cada punto que uno se coloque; mientras que Bernini ofrece un espacio más simétrico, que no configura demasiado la experiencia en cada subespacio. Además, en los ornamentos Borromini utilizaba figuras geométricas forjadas en piedra blanca, resaltando más la forma que los materiales; a diferencia de Bernini, que por su carrera de escultor se concentra mucho en la plasticidad de la obra, utilizando diferentes materiales y pintura para brindar sensaciones dramáticas.
Fig. 3. Gianlorenzo Bernini: San Andrea al Quirinale. Planta
Ambos arquitectos logran la exaltación del espacio mediante diferentes herramientas. Alcanzan ese dramatismo típico del barroco para lograr una conexión con Dios, pero a la manera característica de cada uno.
Fig. 4. Gianlorenzo Bernini: San Andrea al Quirinale.
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Septiembre 2020
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