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El cine, también conocido popularmente como el séptimo arte, no recibió este último nombre por simple elegancia para catalogarla entre las demás expresiones artísticas.
Es llamado de esta manera pues es en él, donde todos las otras artes como lo son la pintura, arquitectura, teatro, música, danza, entre otras, trabajan en conjunto para al final presentar el resultado de todo lo anterior mencionado, una obra a la cual llamamos película.
Si bien cada una de las artes complementan en ciertas áreas a una película, existe una que sin ella, prácticamente el cine perdería su belleza estética y visual, e incluso, muchos profesionales de la cátedra afirman que es gracias a este arte en específico que, desde sus inicios, ha sido enorme su influencia pues es de allí de donde nace la cinematografía. Esta famosa arte es nada más y nada menos que la fotografía, aquella encargada de darle brillo y estética a la historia que se está contando. Aunque muchos no lo crean, es a través del buen uso de las luces, ya sean éstas artificiales o naturales que, se emplean las emociones que una escena específica necesita. Cabe acotar que dentro de un fragmento de la historia o en un encuadre son muchos los elementos que juegan un papel pues tenemos a la historia, las actuaciones por parte de los protagonistas, el diseño de artes y el uso correcto de las luces que ayudarán al espectador a través de la paleta de colores y del espectro de la luz, identificarse con la trama y con lo que está viendo. Por supuesto, la luz es también un lenguaje y solamente los grandes fotógrafos y directores de fotografía saben transmitir a través de ellas lo que el director del filme desea contar. Pues, no es lo mismo ver una película de terror en donde la fotografía que apreciamos es totalmente alegre o tenue, esto no hará que nosotros como espectadores sintamos lo que el personaje de ficción está sintiendo o demostrando en ese momento. De igual manera ocurre en una escena que se supone debe ser apasionada y transmitirnos a nosotros la audiencia sensaciones de tristeza, empatía, odio y amor en tan sólo un plano de toda la película, ¿qué tal? En esta ocasión también me veo en la obligación de citar el nombre del director de cine David Lynch, quien ha logrado plasmar en muchas de sus películas ese tono y estilo propio creando una atmósfera onírica y perturbadora. Así como Lynch, hay muchísimos ejemplos de directores de cine que a su vez tienen sus vastos conocimientos de la fotografía que implementan en sus obras, uno de ellos fue Stanley Kubrick, quien tuvo la primera película en filmarse ciento por ciento con luz natural (Barry Lyndon, 1975), el segundo fue el mexicano Alejandro González Iñárritu, con The Revenant, en donde Emmanuel Lubezki (mexicano también) fue su director de fotografía. El cine y la fotografía siempre han estado muy unidos, pero actualmente, con las cámaras digitales que permiten grabar vídeo esta unión es mucho más firme y fuerte, uno complementa al otro. En la actualidad la idea de dar movimiento una imagen fija aún sigue vigente en nosotros, es por ello, que técnicas como el time lapse o el stop motion están tan de moda. Por eso, no es de extrañar que muchos fotógrafos hagan pequeñas incursiones a la pantalla grande para investigar y jugar con el movimiento de las imágenes, o que grandes cineastas se distraigan con la fotografía, un medio más rápido para expresar sus ideas.
Por: Jesús Alfonso Hernández
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Abril 2021
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