![]()
La eutanasia es la acción u omisión que acelera la muerte de un paciente incurable, con la intención de evitar sufrimiento y dolor, todo esto con su consentimiento. Se asocia al final de la vida sin sufrimiento. Esta no incluye a personas inconscientes, como es el caso del coma.
Muchas instituciones alrededor del mundo no hacen distinciones dentro de la eutanasia como tal y consideran que siempre es éticamente condenable, al igual que la consideran distinta del acto médico de suspender un tratamiento inútil. Sin embargo, generalmente se tienen distintas consideraciones acerca de la eutanasia, estas son la eutanasia directa, esta a su vez consiste en eutanasia activa y pasiva, y la eutanasia indirecta.
La eutanasia directa consiste en adelantar el momento de la muerte en caso de una enfermedad incurable. La misma puede ser activa, la cual consiste en provocar la muerte de modo directo mediante el uso de sobredosis de fármacos específicos, o pasiva, la cual consiste en omitir o suspender el tratamiento, o la alimentación por cualquier vía, con lo cual se precipita el término de la vida. Esta última sería una muerte por omisión. En cuanto a la eutanasia indirecta, se refiere cuando se efectúan procedimientos con intención terapéutica, los mismos pueden producir la muerte como efecto secundario. Un ejemplo de eutanasia indirecta sería la administración de analgésicos narcóticos para calmar los dolores. En este caso la intención no es acortar la vida sino aliviar el sufrimiento, y la muerte es una consecuencia previsible pero no perseguida. Habiendo expuesto en qué consiste esta modalidad, quedan muchas preguntas por resolver en cuanto a la posición moral que implicaría tomar una decisión de este estilo. Es por esto, que la invitación es a reflexionar sobre este tema, ¿Es justificado el uso de esta táctica en situaciones de delicado estado de salud? ¿Se debería permitir a las personas tomar estas decisiones por sus familiares o pacientes?
Por: Sandra Ramírez Párima
|
CATEGORÍAS
Todos
Archivos
Abril 2021
|