Esto pasa por no saber distinguir las dos principales que son las más importantes, no digo que sea fácil, pero distinguir lo que sentimos y lo que pensamos puede cambiar nuestra realidad del día solo con estar más atentos.
Nos convertimos en lo que pensamos
Mírate en el espejo cinco minutos cuando te levantes y piensa en que te quieres convertir.
Culpamos a todo nuestro alrededor cuando ocurre algo que no nos gusta, pero estoy segura que eso que te ocurrió lo pensaste inconscientemente y lo creíste, porque el 95% de la población dice y piensa en lo que no quiere, en lo que no le gusta y en lo que no quiere para su vida; pero solo el 5% de la población dice lo que si quiere, lo que si le gusta y en lo que si quiere para su vida.
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¿Por qué? Porque nos dejamos llevar por las circunstancias y no por nuestra intuición, creemos que somos capaces de lograr un mejor cargo en el trabajo o de entrar en la universidad porque una persona no los dijo, pero no porque nosotros mismos lo pensamos, necesitamos ese empujoncito de los demás para que nuestro ego se sienta bien, pero es solo miedo del ego de no poder lograrlo, cuando el mayor poder lo tienes tú y no la persona que te lo dijo. |
Y te propongo un reto, inicia el día pensando en lo que quieres logras o sencillamente pensando en lo que, si te gusta, evita empezar una oración con el no y solo cámbialo por algún sinónimo. Cuando estés en un sitio o en alguna situación en la que no te guste, observa a tu alrededor y piensa lo que te gusta de ese sitio o de esa situación, al final del día te sentirás mejor y vibrarás con mayor frecuencia.
Por Andrea De Abreu
@aadeabreu