Además de las investigaciones dirigidas para ampliar conocimientos sobre la reparación y regeneración de los tejidos óseos y medulares, se desarrollaron estudios sobre el diseño ideal de los componentes no biológicos que reunieran los requisitos para producir la oseointegración a nivel molecular.
Y al comprobar que las cámaras microscópicas de titanio que se implantaban en el hueso no podían ser retiradas una vez que habían cicatrizado porque la estructura de titanio se había incorporado completamente al hueso, se produce el descubrimiento de la oseintegración, hoy, esta técnica es conocida como la implantología dental.
Y es que la rama de la odontología que se ocupa de reemplazar los dientes perdidos por distintas causas, valiéndose de implantes dentales colocados en el hueso maxilar o mandibular, se refiere a la implantología dental. Mientras que la oseointegración se define como una conexión directa, estructural y funcional entre el hueso vivo y la superficie de un implante sometido a carga funcional; en otras palabras, se puede decir que los implantes dentales son dientes atornillados al hueso del paciente, es decir, una raíz dental artificial, lo cual produce mayor seguridad que los denominados puentes que utilizan algunas personas al perder un diente.
Generalmente es un tornillo de titanio que se inserta en el hueso de la mandíbula o del maxilar para sustituir el diente que falta como si fuera un diente natural.
Estos tienen una forma cilíndrica o cónica, con una longitud y un diámetro seleccionado según la cantidad del hueso.
De acuerdo con los especialistas universitarios en implantología, cualquier persona que no padezca una enfermedad grave es candidata a implantes dentales, siempre que cumpla con la evaluación que se hace previamente en la que se observa la calidad del hueso, características radiográficas, entre otros factores; además, aseguran que el implante dental no provoca ningún tipo de cambio adverso en el cuerpo.
Entre las características necesarias para recibir implantes, se requiere tener encías sanas y hueso adecuado que soporte el implante. Así como el compromiso del paciente de mantener sanas dichas estructuras.
Incluso, estas prótesis se pueden colocar en jóvenes que ya han completado su desarrollo.
Se debe resaltar que, en un principio esta técnica se utilizaba en casos extremos, debido al escaso conocimiento de los profesionales en el área.Pero, gracias al perfeccionamiento de la técnica se ha mejorado la funcionalidad de los implantes, las indicaciones de la implantología, los tamaños y formas.
Es por ello que los requerimientos estéticos han aumentado considerablemente y hoy se puede ofrecer un aspecto impecable.
Con relación a los tipos de implantes dentales que existen, se consideran principalmente dos tipos:
- Subperiósticos (yuxta-óseos): este tipo de implantes dentales se utiliza para pacientes que no pueden usar las dentaduras convencionales y que tienen una altura ósea mínima, por lo que no es posible utilizar un implante endo-óseo. Estos implantes consisten en un marco de metal que se coloca en el hueso de la mandíbula justo por debajo del tejido de las encías.
- Endo-óseos (osteointegrados o dentro del hueso): este tipo de implante se utiliza generalmente como una alternativa para los pacientes con puentes o prótesis dentales que son extraíbles, se colocan quirúrgicamente en los huesos maxilares o en el hueso de la mandíbula.De este tipo de implante existen varias formas, como los cilíndricos, laminados y el tornillo (roscados) que es el más utilizado actualmente.
Una vez colocado el implante, es importante visitar al odontólogo regularmente y una adecuada higiene bucal, pues de esto depende el éxito de este tratamieno. También, se debe considerar que el aspecto de la pieza rehabilitada será idéntico al resto de las piezas sanas.
En conclusión, los implantes dentales ayudan a completar la dentadura, permite cumplir con todas las funciones masticatorias y estéticamente se ve muy bien.
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