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En la sociología, los modales representan las normas de conducta que al ejecutarse demuestran que una persona es correcta, educada y refinada, al igual que se usan para exteriorizar el respeto hacia otras personas.
Podría decirse que los modales son las leyes que establecen una norma para la conducta humana, diferenciándose sin embargo de las leyes en que no existe un sistema formal para sancionar transgresiones (el costo de tales transgresiones es la desaprobación social).
Muchas de las actitudes aceptadas como "buenos modales" suelen estar ratificadas por la costumbre. La cortesía, la consideración y el tacto han sido llamados "el aceite que lubrica la gran maquinaria social" que nos permite funcionar en relativa paz y armonía. Ya sea por el estrés del día a día, la creciente desconfianza que existe en las sociedades modernas, el intentar ser gracioso ante un público joven o la falta de interés general, la falta de modales y cortesía es algo cada vez más común en el trato cotidiano. Uno de los mayores problemas de este abandono a las buenas costumbres radica en que al abandonarlos, el efecto acumulativo de estas agresiones aumenta el estrés y afecta el bienestar total de la persona: la salud, las relaciones y la paz mental. Estos incidentes no solo afectan el ámbito personal, sino que transgrede otras áreas del desarrollo individual. Se ha probado que la rudeza, la vulgaridad y la falta de cortesía en el trabajo afectan la productividad. Pier Massimo Forni, el autor de Choosing Civility, asegura que estos actos de rudeza "van minándonos. Poco a poco (...) se suman a la carga de estrés y de fatiga que todos llevamos". De este modo, el mantenimiento de las costumbres relacionadas con la cordialidad, además de ser parte de la formación personal, es necesaria para mantener un grado de civilización acorde a nuestro tiempo y que al mismo tiempo permita una convivencia pacífica.
Por: Sandra Ramírez Párima
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Septiembre 2020
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