Llega un momento en la vida de toda persona, sobre todo, en la etapa de la juventud en la cual el mero hecho de cultivarse en su propia cultura puede llegar quedar un poco corto en comparación con el enorme número de posibilidades, oportunidades y retos que pueden vivirse al pasar las fronteras de tu país. Es así como comienzan a surgir pensamientos sobre migrar a otros rincones de nuestro querido globo terráqueo. Abrir las alas para así emprender nuevos caminos y afrontar culturas, costumbres y normas totalmente diferentes con las que crecimos junto a nuestras familias. Viéndolo desde un punto de vista psicológico, un gran paso fuera de nuestra denominada zona de confort. Sin embargo, se deben tener ciertos elementos muy claros y concisos al momento de tomar esta enorme e importante decisión, puesto que a veces no solemos tener la suficiente madurez racional como emocional para asumir las consecuencias que esto pueda traer sobre nosotros como jóvenes empedernidos de querer devorarse al mundo. Es importante, ante todo, revisar el porqué queremos realizar esta migración hacia otras tierras. Puede verse sumamente sencillo en las películas o en las series de televisión el acto de viajar de un lugar a otro, sin embargo, debemos recordar que nuestra realidad es una totalmente diferente a la que nos cuentan a través de estos medios. ¿Queremos viajar para estudiar otros idiomas? ¿Conocer nuevas culturas? ¿Nuevas personas? O simplemente ¿estamos buscando tomarnos un año sabático dándole y stand by a los estudios profesionales? Lo que si queda claro es que cada una de estas razones son totalmente válidas, pero para cumplirlas pues su proceso puede ser un tanto diferente. Es aquí donde debemos sentarnos y pensar detalladamente: ¿es el momento óptimo para realizar este viaje? ¿Realmente estoy preparado? ¿A dónde iré con exactitud? Uno de los primerísimos errores que no se debe cometer a toda acosta es el de migrar como una acción de huir de alguna realidad o situación que perjudica nuestro entorno cotidiano, nuestro entorno común. Suele suceder que, por ser jóvenes, millennials, con unas enormes ganas y potenciales de querer descubrir el mundo, queremos huir de nuestro entorno cuando esto en realidad, no es del todo sano para nosotros. Huir nunca está bien puesto que viajar y huir son dos palabras que no se las llevan bien en la misma oración. La inteligencia migratoria es hoy por hoy, uno de los temas más tocados entre los jóvenes por todo lo mencionado anteriormente. Todo esto es gracias en parte a la inmediata globalización. Para concluir, reitero el punto principal de todo esto. Justo antes de viajar es importante pensarlo más de una vez, huir no es viajar y viajar no es correr. Busca siempre de crear nuevos, felices y memorables recuerdos al momento de viajar y no convertir todo en una terrible experiencia. Por: Jesús Alfonso Hernández Herrera
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Septiembre 2020
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