La idea de la homogeneidad latinoamericana ha estado presente en los diversos discursos de sus líderes políticos, independientemente de la ideología. Tal concepción se ha utilizado para contraponer la figura del Latino frente a la Norteamericana. Sin embargo, consideramos pertinente comentarnos: ¿esto es realmente así? ¿Al hablar de Latinoamérica, hablamos de un continente realmente unido con base en su cultura, ideología o economía? Esto es lo que tratamos de responder con el presente artículo. Carlos Rangel, al hablar de Latinoamérica, se refiere a la América española, debido a que incluir a Brasil en esta denominación implicaría afirmar que los procesos de colonización e independencia fueron procesos con mayores similitudes que diferencias, aspecto que no fue así -expresa el autor- debido a que luego del cese del dominio portugués en Brasil, este mantuvo las bases políticas y administrativas. Por ende, el coloreado distintivo en el mapa de la imagen. En la obra, Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario (1976) de Carlos Rangel, el autor comenta que se puede hablar de Latinoamérica como una unidad. Expresa, además, que la identidad latinoamericana está homogéneamente compuesta por distintas razas, así como también posee importantes factores mitológicos, junto con sentimientos de inferioridad y culpa. Continúa Rangel (1976), comentó lo siguiente: “La América española existe y se puede discurrir sobre ella sin necesidad de dividirla en veinte o ni siquiera tres o cinco” (p. 26). Posteriormente, el mismo autor expresa que no habría que otorgar de mayor envergadura a la gran amplitud geográfica que posee la región. De igual manera, agrega que la heterogeneidad de la que presumen algunos que existe en Latinoamérica no es sino mera apariencia. Debido a que considera que lo heterogéneo es a la vez bastante homogéneo, permitiendo así generalizar acerca del mismo a la hora de realizar una comparación con otras regiones. Dentro de este orden de ideas, conviene también hacer mención a que una característica particular que añade Carlos Rangel (1976) cuando habla de la homogeneidad en Latinoamérica es que toda su historia, incluido su presente, es un fracaso. Sin embargo, en la actualidad tal afirmación podría carecer de veracidad, puesto que entender a América Latina como un conjunto homogéneo, incluye la concepción de que existen más aspectos comunes que diferencias. Además, si realmente se pudiese concebir a la región como tal, no se comprendería que tras la aplicación de las reformas en los años 90, los países- latinoamericanos- hayan presentado tales diferencias en los niveles de crecimiento económico, así como también divergencias en cuanto a los niveles de crisis sufridas. Ejemplo de esto lo menciona Giovanni Reyes (s.f.) debido a que la inflación tuvo una mayor significancia en Perú, Bolivia, Brasil y Argentina; por su parte en relación a las reformas Chile superó, con creces, a Venezuela, Brasil y Ecuador en lo que a las inversiones se refiere. Por consiguiente, no parece adecuado entonces hablar de una homogeneidad en la región. Tendría más sentido, dado el caso, comentar acerca de lo heterogénea que en realidad es América Latina. Evidencia de esto, comenta Ana Bourse (s.f.), puede observarse en la amplia cantidad de distintos cuerpos multilaterales que existen. Debido a que estos divergen en demasía en relación a la manera en la que conciben a la realidad latinoamericana, así como también a lo que esperan en el largo plazo. Tales discrepancias hacen sumamente laborioso el establecimiento estrategias políticas en conjunto. Sebastián Peláez Freites
Lic. Estudios Liberales @PelaezFreites |
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Abril 2021
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