La sociedad como la conocemos es el resultado de infinidades de procesos sociales que han enriquecido nuestra historia universal con momentos y períodos, que aún a la fecha que nos encontramos, nos llenan de maravilla y asombro.
Dentro de toda estas magnificencias podemos nombrar el apogeo de Grecia. No cabe duda que los pensamientos de hombres como Platón y Aristóteles y toda la sistematización política griega daría como resultado en gran medida, al sistema social al que hoy todos somos partes. Sin Embargo ¿Existe un momento en donde el mundo haya dado un giro radical dirigido a donde estamos?
Contestar esta pregunta puede resultar tan interesante como difícil ¿como elegir un momento en específico en tantos siglos de dinamismo histórico? Bien, ciertamente parece casi imposible determinar uno, y dejo la invitación a cada lector que esté dispuesto, a asumir la tarea de postular uno. En esta oportunidad, será la última semana de vida de Jesús de Nazareth la que llamará nuestra atención. Para continuar con estas líneas, es necesario dejar claro que no se busca refutar o contradecir la fe de cada quien, con esto solo se buscará indagar en cómo Jesús fue base para la sociedad que conocemos. Y es que Jesús no solo cambió nuestro modo de vivir (o no) nuestra fe, sino que cambió el modo de existir de la sociedad. No encuentro una manera más oportuna de iniciar que nombrando a la biblia, nada más y nada menos que el libro más distribuido y traducido del mundo, en el cual todo el nuevo testamento estaría dedicado a la vida de Cristo. Este libro sería la base primaria para la creación de toda la iglesia católica y la que de un modo un otro, Cristo pondría nuevos parámetros para la sustentación de las relaciones humanas. Efectivamente, si se examina la forma de convivir (o al menos la manera en la que se nos ha enseñado) de los seres humanos, nos daremos cuenta que Jesús reorienta el modo de convivencia y lo que debe ser el humano a través de sus evangelios. Si, antes de Cristo nacer existía una forma de convivencia, pero lo que hace mas increíble la vida de Jesús es su absoluta orientación a romper paradigmas. Jesús fue sin duda un hombre de cambios y esos cambios permanecen hoy por hoy. Si somos un tanto detallistas, reconoceremos el hecho de que la gran mayoría de los ordenamientos jurídicos del mundo no coludan con lo establecido por Cristo y a lo que al momento de su resurrección ordenó propagar. A ciencia cierta, el derecho encuentra su origen más remoto en las leyes de origen religioso, siendo lógico que esta rama responda al nombre de derecho natural. Al nivel político, no existe algún candidato que siquiera ponga en tela de juicio lo establecido por Dios y la religión católica sin estar sujeto a polémica y a la opinión subjetiva de cada quien. Y es precisamente aquí donde yace un factor importante para este artículo. Nuestras subjetividades están moldeadas, ya sea de una forma intensa o tenue, a lo que Jesús establece como correcto o incorrecto. Un ejemplo que da sustento a esta afirmación puede encontrarse fácilmente en la naturaleza misma de la mentira. Aun cuando se entiende que mentir es incluso deseable en un mundo en donde ocultar o cambiar a verdad resulta importante para evitar el colapso del mismo. Todos lo entendemos como algo negativo y juzgable. Ya sea que que se aplique o no, vivimos en un mundo en donde el deber ser, o lo más cercano a lo que debe ser, está determinado por lo que sabemos que Jesús dijo ¿Que habría sido de la iglesia católica de no haber sido así? El poder que tuvo la iglesia en su momento fue establecido precisamente por ser el primer representante de Dios en la tierra (Entendiendo a Dios y Cristo como uno solo) siendo la institución más poderosa de la edad media y el renacimiento. Otro claro ejemplo que podemos usar es la legitimación que los reyes de la edad media encontraban en la palabra de Jesús, en donde la existencia de una clase monárquica se establecía por su cercanía a Dios o por la inclinación de Él hacia esa familia. La gran influencia que posee la iglesia en la sociedad de hoy responde a este hecho y a la dicotomía de la vida y muerte, el paraíso y el infierno que Jesucristo estableció. Porque aún cuando el ateísmo es una forma creciente de vida (que bajo ninguna manera busca ser juzgada en estas palabras), la visión de un paraíso o de un infierno después de la muerte, sigue siendo algo que rige el modo de comportamiento del individuo. Entonces, para culminar. Creo que la palabra de Jesús es probablemente el freno más importante dentro de un mundo en donde los seres predominantes muchas veces buscan su propia destrucción. Vivimos en una sociedad en donde a veces sin saberlo, la biblia determina el caudal de un arroyo que por sí mismo se desbordaría. Y aunque el tema resulta muy vasto para este solo artículo, la influencia de la palabra de Jesús es innegable en casi todos los aspectos de la vida humana. Nuestro mismo comportamiento en la toma de decisiones sucumbe ante esta realidad ¿Es reprochable ? Una vez más queda en la conciencia de cada quién determinarlo.
Por: David Alexander Fuentes Hidalgo
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Abril 2021
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