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Sin duda alguna los medios de comunicación tienen roles importantes dentro de la sociedad, en resumidas cuentas, estos se pueden enumerar en tan sólo tres: Informar, educar y entretener, justamente en ese orden, no obstante ¿Qué ocurre cuando esto no se cumple y el medio se desvía de los valores éticos pasando a convertirse en una herramienta de manipulación?
Como siempre se menciona en las ciencias sociales, el hombre es un ser racional y emocional el cual comparte sus ideas y pensamientos a través del lenguaje y la comunicación. Es gracias a esto, como a través de la evolución de las distintas civilizaciones, los canales por donde las sociedades se comunicaban fueron cambiando hasta que se establecieron los medios masivos conocidos en la actualidad como la prensa, la radio, las recientes redes sociales con el internet y por supuesto, la televisión, este último uno de los más polémicos en cuanto a temas de manipulación masiva se refiere.
Y realmente no es de extrañarse ya que ha sido uno de los medios más poderosos sin siquiera llegar a sus cien años de invención. Cuando hablamos con imágenes, el mensaje cambia y termina siendo muchísimo más directo y digerible para el inconsciente colectivo de una sociedad pues éste no requiere de mucho esfuerzo receptivo para una audiencia en específico. Ejemplos claros podemos ver en la historia, siendo el más dañino estudiado el de la propaganda nazi durante la Segunda Guerra Mundial, con la que se logró manipular a toda una población europea y convencerla de que exterminar a una raza en específico estaba bien. Es en este momento donde nos preguntamos ¿Quiénes son los que más sufren estos males comunicacionales? Muchos teóricos ofrecen la misma respuesta ante esta pregunta, son los niños quienes más sufren ante esta sucia estrategia. Jóvenes de mentes moldeables, puras e ingenuas que absorben todo tipo de información cual esponja y asemejan los comportamientos que se ven representados en los adultos y por supuesto, en la televisión. Día a día somos testigos de cómo contenidos obscenos, sexistas, vulgares y pare usted de contar, son reflejados en productos televisivos. Caricaturas, series, películas e incluso publicidades. Absorben mensajes constantemente del cual los padres no pueden hacerse cargo ni supervisar el ciento por ciento del tiempo. Sin ánimos de extender el tema en este artículo, me dirijo directamente a preguntar a ustedes lectores ¿Cómo creen ustedes que debe ser una correcta programación que informe, eduque y entretenga? ¿Los niños deberían tener televisores en sus cuartos? ¿Es la televisión la causante de ciertas actitudes rebeldes en los niños de hoy? En otros artículos seguiremos trabajando con este tema que tiene mucha tela por cortar.
Por: Jesús Alfonso Hernández Herrera
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Septiembre 2020
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