Existen imágenes que, a nivel universal, todas las personas somos capaces de reconocer inconscientemente. Son tipos comunes a todas las culturas y, por tanto, representan la misma idea para gente que no comparte la misma crianza, tradiciones o creencias. Estos patrones reconocibles son definidos como arquetipos, y son utilizados en la teoría jungiana para explicar cómo funciona el inconsciente colectivo. Carl Gustav Jung nació en 1875. Fue un médico, psicólogo y psiquiatra suizo que se interesó, desde muy temprana edad, por el mundo onírico. Trabajó en colaboración con el neurólogo Sigmund Freud, a quien conoció en 1907, y del cual tuvo gran influencia en sus estudios del psicoanálisis. Años más tarde, Jung se empezó a separar de las ideas de Freud, pues, difería que las patologías mentales estaban relacionadas con la sexualidad humana, como lo explica la teoría freudiana. En consecuencia, Jung desarrolló su propia teoría, una más relacionada con el inconsciente.
Jung creía que los sueños representaban una simbología que partía de la cultura. A través de este estudio, concluyó que lo espiritual es la base de la psique humana. En cada persona habita un inconsciente, pero Jung sostuvo que éste no era propio de cada una, sino que era un “inconsciente colectivo”, razón por la cual existen ciertas semejanzas entre los mitos y culturas de diferentes lugares y épocas. A partir del inconsciente colectivo se reconocen las figuras mencionadas anteriormente, los arquetipos, los cuales son patrones de conducta, resultado de una configuración de simbologías oníricas y mitos universales. Estos arquetipos se manifiestan en las personas y definen su comportamiento en determinados momentos. Por ejemplo, el arquetipo de la madre; por su nombre es fácil deducir que sus características constan de una preocupación maternal por sus seres queridos –que no necesariamente son sus hijos, pero el arquetipo hace que los vea de esa forma– y, en consecuencia, una sobre-protección de los mismos. Los arquetipos se manifiestan en las personas y éstas no son capaces de controlarlos, simplemente son un patrón que se expresa en cualquiera y, en la mayoría de los casos, no se es consciente del manifiesto. La teoría jungiana –que es mucho más profunda– se puede tomar como el aporte que nos dejó Carl Gustav Jung para comprender mejor la conducta humana. |
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