Les comento una anécdota: hace algunos meses publiqué en mis redes sociales sobre este tema de la flexibilidad en cuanto a las normas culturales y hubo una respuesta que captó mi atención. Un seguidor me aclaraba que toda su familia seguiría con las mismas pautas sociales como si estuvieran en su país de origen, ya que no adoptarían prácticas que considera de poca educación. En principio, el prejuicio no colaborará con la adaptación al nuevo espacio, y las normas de “buena educación” son muy variadas, por ejemplo en Venezuela se dan los buenos días al entrar en un transporte público, en Europa no es así pero nadie invade tu espacio personal, mantienen una distancia prudencial en los medios de transporte, porque es su pauta social, mientras que en Venezuela no es así. Esto no hace a ninguna persona más o menos educada, sencillamente diferente en las convenciones sociales.
Tener entendido que las pautas de convivencia del país de origen no son las pautas del mundo, es clave para poder transitar el duelo migratorio y hacerte parte del nuevo contexto. De lo contrario puedes desarrollar dificultades de adaptación y hasta caer en un cuadro depresivo, por sentir que no encajas y experimentar mucha soledad y disconfort.
Por otro lado no te estoy sugiriendo el abandono de tus raíces, sino la disposición a integrar nuevas pautas para la interacción social, y de también dar a conocer en tu círculo inmediato las bondades de tu cultura. Redimensionándote, con lo que traes y lo que estás conociendo, con el firme objetivo de ser mejor para ti, para tu proceso y para el lugar donde decidiste escribir un nuevo capítulo de tu historia. Siempre y cuando no menoscabes los principios y valores que te definen como ser humano.
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