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La propiedad intelectual (P.I.) es toda aquella creación del ser humano; abarca desde nombres e imágenes hasta obras artísticas y literarias, además, fomenta el respeto por las ideas e invenciones de cada quien.
Los antecedentes de la propiedad intelectual se remontan a la época del Renacimiento, cuando se crea la imprenta y comienzan a divulgarse textos escritos por los cristianos reformistas; a la Iglesia no le convenía que los nombres de estos autores se supieran, por lo tanto, quien tenía los derechos sobre la obra era el impresor.
Con el paso del tiempo, este concepto ha evolucionado y ha tomado importancia debido a razones comerciales; en 1883, con la Convención de París, se dio el primer paso hacia la protección intelectual de distintas obras. Asimismo, se ha logrado la diferenciación entre los términos copyright y derecho de autor; el primero se refiere a la obra como producto de consumo, mientras que el segundo se relaciona con el creador, sus derechos patrimoniales (económicos) y morales (reconocimiento del autor). Desde 1967 existe también la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), la cual tiene como misión llevar la iniciativa en el desarrollo de un sistema internacional de P.I. equilibrado y eficaz, que permita la innovación y la creatividad en beneficio de todos. Igualmente, es un organismo de las Naciones Unidas, con 188 Estados miembros y autofinanciado. Según esta organización, los tipos de P.I. se clasifican de la siguiente manera:
Debido a los altos costos de los productos originales, en la actualidad muchas personas optan por adquirir artículos “piratas”, es decir, copias ilegales o imitaciones. Es comprensible que una persona no tenga el poder adquisitivo para comprar, por ejemplo, películas o álbumes musicales originales, sin embargo, es importante concienzar que cada vez que optamos por la compra de algo “pirata”, estamos menospreciando el esfuerzo del autor, artista o creador de dicho trabajo. Las ideas e invenciones de cada quien son muy valiosas y merecen ser respetadas y reconocidas por el esfuerzo que conllevan, tanto con las marcas, derechos de autor, patentes, entre otras. Es decir, las personas que registran cualquiera de estas P.I. viven es de eso, de la calidad de su creación y comercialización de la misma.
Por: Ana Isabel Ramírez Fernández
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Septiembre 2020
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